1/12/11

No es secreto para nadie que en política

No es secreto para nadie que en política, la antes marginal “postura Verde” ha ido progresivamente ganando terreno en los últimos años. Y es que en un mundo en el que las consecuencias, individuales, políticas, económicas y sociales del cambio climático han resultado insospechadamente graves, aquel discurso que se solía dejar para las notas a pie de página en la historia del progreso, se hizo más necesario y pertinente que nunca.

Partiendo del mismo principio del que han partido la ecología y la nutrición, la política Verde se ha enfocado en armonizar los elementos que constituyen y afectan a la vida, evitando los excesos y promoviendo la fortaleza del sistema social para su auto conservación, entendiendo que en este caso, se trata de sistemas sociales separados y culturalmente diversos, con las particularidades y realidades locales de cada uno.

Anteriormente acusados de “románticos”, “pendencieros” y “hippies”, los Verdes se han plantado como una opción que cada día abraza más adeptos, tanto en la ciudad y el campo, como en las academias. Personajes como Daniel Cohn-Bendit (conocido anteriormente como Dany le Rouge, hoy Dany le Vert), líder estudiantil del Mayo Francés de 1968, la revolución que llamaba a un cambio en el paradigma de las relaciones de poder entre el estado, el capital y la moral, y el individuo, o Ralph Nader en Estados Unidos, a quién le debemos el haber librado la batalla por los sistemas de seguridad vehicular que hoy nos protegen en las carreteras, han formado parte de Partidos Verdes en sus respectivos países, haciendo del tema ambiental un punto prioritario en la agenda nacional, y volviéndose hacia lo orgánico para observar ejemplos de sustentabilidad favorables para el desarrollo de las sociedades. Sin embargo, la política Verde no remite simplemente al cuidado del ambiente o la lucha por la justicia, como suele pensarse.

Lo que ha llevado a los Verdes a resaltar y hacerse cada día más actuales ha sido el giro respecto a la usual dicotomía izquierda-derecha, en la que se ha resumido la política en el siglo XX, el cambio del paradigma moderno de progreso “a toda costa”, a una concepción orgánica de la política, la economía, la vida y el planeta, que no las separa como partes constitutivas de un todo.

Desafortunadamente, en un mundo que sufre las consecuencias de la segmentariedad de los aspectos que conforman el quehacer humano en el globo (economía, política, seguridad y cultura), este cambio de paradigma aún no ha sido entendido por muchas personas.

El hecho de considerar a los factores que se hallan en la periferia del discurso político, y que en teoría se mantenían ajenos a esa política, y luego hacer intervenciones desde esos espacios para afectar y modificar aquella política; el hacer uso de la interdisciplinariedad para reunir esfuerzos y atacar problemas desde multiplicidad de frentes; el considerar los puntos que antes se mantenían en el margen para conectar y trabajar tópicos globales a través de las realidades locales, han empezado desde ya a modificar nuestra concepción de la política, la economía, la sociedad y la vida, convierten al discurso Verde en el discurso más fresco y actual, en estos tiempos en los que la misma historia es contada desde multiplicidad de perspectivas.

El gran logro de los Verdes ha sido, entonces, el haber dado con los tópicos inaparentes de la política, para plantear nuevos problemas y hallar nuevas soluciones a los viejos.